La propuesta realizada por Hans Eysenck (1964), y su posterior teoría (1989), aporta características que, según el autor, muchos delincuentes poseen.
Eysenck (Eysenck y Gudjonsson, 1989) se centra principalmente en tres características, que son las que siguen:
Tener una baja activación cortical (o bajo arousal cortical). El autor destaca que es normal que la actividad cortical varíe a lo largo del día (siendo por la mañana más bajo y normalmente más alto cuando una persona se debe enfrentar a situaciones problemáticas); sin embargo, una persona que delinque tendría una baja activación cortical a lo largo de todo el día, incluso cuando se tenga que enfrentar a situaciones problemáticas o inesperadas. Ese bajo nivel de activación se manifiesta a través de la extraversión (impulsividad, baja capacidad de concentración, etc.).
Tener una alta excitabilidad autónoma (neuroticismo), esto es, manifestar inquietud y un desajuste emocional. El resultado de poseer un alto nivel de neuroticismo sería que la persona reaccionaría de forma violenta y excesiva ante situaciones estresantes. Eysenck destacó que esta dimensión se ubicaría en el sistema nervioso (simpático y parasimpático).
El psicoticismo. Según Eysenck, esta dimensión estaría asociada con la búsqueda de emociones, la inestabilidad social o el desprecio por los demás y, por ende, la realización de actos crueles contra las personas. Además, llegó a relacionar que las personas con un alto nivel de psicoticismo cometerían los delitos más violentos (y de forma más repetitiva).
Para Eysenck esas tres características (extraversión, neuroticismo y psicoticismo) tienen una base biológica, por lo que tendrían carácter hereditario. Esto es, un determinado sujeto poseería «tendencias» agresivas y, para contrarrestarlas, necesitaría entrenar y centrarse en aprendizajes que inhiban las conductas agresivas.
Bartol (1991) se centró en relacionar estas tres dimensiones o características con la delincuencia mediante la evidencia empírica. Concluyó afirmando que el rasgo de personalidad que más se podía asociar con la delincuencia era la búsqueda de sensaciones, la cual guarda relación con el psicoticismo y con la extraversión. En ese sentido, el estudio realizado por Farrington y Jolliffe (2013) muestra que la impulsividad también es un factor a tener en cuenta en las conductas delictivas.
Como conclusión, se debe destacar que, pese a que actualmente hay otras teorías más complejas, la realizada por Eysenck destacó que se deben tener en cuenta determinadas características o rasgos de personalidad en la conducta delictiva, como la impulsividad o la búsqueda de sensaciones.
Bibliografía:
Bartol, C. R. (1991). Criminal Behavior: A psychosocial approach. Englewood Cliffs (EEUU): Prentice-Hall.
Eysenck, H. J., & Gudjonsson, G. H. (1989). The causes and cures of criminality. New York: Plenum Press.
Farrington, D.P., & Jolliffe, D. (2013). Personality and crime. En J.D. Wright (Ed.), International encyclopedia of the social and behavioral sciences, 2ª ed. Amsterdam: Elsevier.
Publicado el 20/01/2022 (actualizado el 18/08/2022) por Marta Lietos.
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