La teoría de las actividades cotidianas o rutinarias, también conocida como teoría de la oportunidad, es una teoría situacional creada por Lawrence E. Cohen y Marcus Felson en 1979.
Ambos autores constataron, en la época que va desde la Segunda Guerra Mundial hasta los años setenta, que, pese a que la sociedad estaba mejor en el plano sociológico –las condiciones económicas y de bienestar habían aumentado—, la delincuencia no había disminuido, sino que había aumentado. Por lo tanto, pudieron afirmar que no hay una relación directa entre la mejora de las condiciones de vida y una disminución de la delincuencia.
Dedujeron que esa situación era debido, sobre todo, a los cambios que se estaban produciendo en la vida de las personas: éstas se desplazaban constantemente, por lo que el tiempo que pasaban en su casa había disminuido considerablemente y, además, las propiedades que poseían ahora eran mayores (por ejemplo, coches o viviendas). Todo ello hacía que el número de objetos y las oportunidades de delinquir fueran mayores.
Ante esta situación, Cohen y Felson se plantearon la siguiente pregunta: «¿Cómo la organización espaciotemporal de las actividades de determinadas personas puede favorecer la delincuencia?». Y, para responder a ella, surgió la teoría de las actividades cotidianas, en la que se explicaba el aumento de la delincuencia a partir de tres elementos que son interdependientes entre sí: un delincuente motivado, un objetivo o víctima propicias y la ausencia de guardián eficaz (no sólo se hace referencia a la policía, sino también a cualquier guardián capaz de protegerse a sí mismo y a otros [por ejemplo, nosotros mismos, familiares, amigos, etc.]).
Así pues, el hecho de que estos tres elementos se sitúen en el mismo espacio y tiempo dará como consecuencia un aumento de la criminalidad, independientemente de que las condiciones sociales puedan verse mejoradas o empeoradas.
Del mismo modo, y para finalizar, habría que destacar que la ausencia de uno de los elementos –delincuente, víctima o guardián— sería suficiente para evitar la comisión del delito, pero, por el contrario, la convergencia de los tres sería suficiente para producir un aumento de la tasa de criminalidad y de delincuencia.
Bibliografía.
Redondo, S., & Garrido Genovés, V. (2013). Principios de criminología. Tirant lo Blanch.
Publicado el 06/05/2021 por Marta Lietos.
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