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La detección del engaño

Actualizado: 18 ago 2022

Los métodos que se han ido usando a lo largo de los años para comprobar si una persona mentía o no son muy numerosos; sin embargo, nos podemos centrar en dos métodos concretos:

  • Los cambios fisiológicos.

  • Los cambios corporales (no verbales).

1. Los cambios fisiológicos.

El principal método, y más conocido, de detección del engaño a nivel fisiológico es el polígrafo, el cual fue diseñado por James Mackenzie en 1908. Más adelante, Larson (1923), Wechsler (1925) o Keeler (1930) también propondrían evaluar los cambios cardíacos y/o respiratorios con el objetivo de detectar mentiras. Sin embargo, su uso se desaconseja porque puede dar lugar a falsos culpables.


La dilatación pupilar también fue estudiada como forma de detección del engaño, no obstante, surgieron críticas al respecto, pues esta también puede aparecer como respuesta al miedo.


2. Los cambios corporales (no verbales).

Para Miller y Burgoon (1982) hay ciertas conductas en los cambios corporales que afectan a la credibilidad, como lo es la ansiedad, la comunicación excesiva o indicadores de vaguedad.

Al respecto, destacarían que ciertas conductas (rehuir el contacto visual, aumentar la distancia entre el emisor y el receptor, cambiar de postura con frecuencia, sudar, ruborizarse, poca fluidez en el habla, etc.) estarían asociadas a la mentira.


Ekman (1992), por su parte, propuso evaluar las expresiones faciales con el objetivo de detectar la mentira. Para ello, se basó en ciertos indicadores básicos como cuánto duraba la expresión facial, cuánta coherencia existía entre lo que se decía y la expresión facial, y cuál era el nivel de asimetría facial. Este autor estudió más de 46 movimientos faciales y propone diferenciar entre expresiones reales (las cuales serían automáticas) y expresiones simuladas (las cuales serían controladas y con un menor número de músculos activados).


Como conclusión, se puede afirmar que no existe un detector de mentiras válido, pues estos no miden la mentira, sino otras variables que se pueden relacionar con esta. Por ello, se aboga por centrarse en el declarante, así como analizar el contenido de su propia declaración para intentar detectar el engaño.


Bibliografía:

  • Arce, R. y Fariña, F. (2005) Peritación psicológica de la credibilidad del testimonio, la huella psíquica, y la simulación. Papeles del Psicólogo. Volumen 26.

  • Garrido, E., Masip, J. y Herrero, M.C. (2007). Psicología Jurídica. Prentice Hall.

  • Manzanero, A.L. (2010). Memoria de testigos. Madrid: Ediciones Pirámide.

  • Ovejero, A. (2009) Fundamentos de Psicología Jurídica e Investigación Criminal. Salamanca: Ed. Solo Soluciones.


Publicado el 25/11/2021 (actualizado el 18/08/2022) por Marta Lietos.





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