En victimología no sólo es importante la víctima de los delitos, sino que también lo es la victimización; es decir, el proceso mediante el cual una persona se convierte en víctima (Morrillas Fernández, 2011). En este sentido, podemos hablar de tres tipos de victimización: victimización primaria, secundaria y terciaria.
Con la victimización primaria hablamos del proceso mediante el que una persona sufre daños físicos y psíquicos (ya sea de forma directa o indirecta) debido a la comisión de un hecho delictivo o incluso de un acontecimiento traumático.
La victimización secundaria relaciona a la víctima y al proceso penal, ya que se centra en los costes personales que tiene la intervención de la víctima en un proceso penal (denunciar, acudir a juicio, encontrarse cara a cara con el agresor, revivir los hechos, etc.).
Finalmente, la victimización terciaria se centra en los costes que tiene para una persona, y para terceros, la imposición de una pena, ya que:
El centro penitenciario proporciona consecuencias negativas al delincuente y, además, muchas veces son víctimas de estructuras sociales injustas.
En la familia del delincuente también surge la victimización, ya que la sociedad los vincula y, además, también sufren consecuencias emocionales que derivan del hecho constitutivo de delito (Morrillas Fernández, 2011).
Bibliografía:
Morillas Fernández, D.L., Patro Hernández, R.M., & Aguilar Carceles, M.M. (2011). Victimología: un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización. Editorial Dykinson.
Tamarit Sumalla, J. M. (2006). Manual de victimología. Tirant lo Blanch, Valencia.
Publicado el 04/11/2020 por Marta Lietos.
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