Hace unas semanas se trató el tema de la violencia escolar, pues los menores forman parte de un colectivo especial en el que también se encuentran las personas ancianas.
En primer lugar, cabe destacar que por persona anciana se hará referencia a toda persona que tenga 70 años o más. En segundo lugar, en cuanto a la forma de ejercer la violencia, se verá que se puede realizar por acción u omisión y, además, el lugar de comisión puede ser diverso, pues se podría realizar tanto en el ámbito familiar –la propia casa del anciano o la casa de un familiar— como en residencias de ancianos, por ejemplo.
Como se ha mencionado, la forma de ejercer la violencia es diversa, pues nos encontramos con el maltrato físico (producirle un daño físico mediante golpes, quemaduras, lesiones, etc.), el maltrato psíquico (provocarle miedo, ser hostil verbalmente, aislarlo socialmente, etc.), el maltrato económico (se basa en obtener beneficios a costa del anciano), el abuso sexual (mantener relaciones en contra de su voluntad), el abandono o la negligencia (consistiría en no proporcionar –omisión— una serie de necesidades básicas al anciano). A estas acciones, u omisión, cabría añadir la intoxicación, pues también se han dado casos en los que se le proporcionaba a la persona una gran cantidad de sustancias con el objetivo de poner en peligro su salud.
En cuanto al perfil de la víctima y del agresor, vamos a observar qué tipo de víctima sufre más esta conducta y qué tipo de victimario suele provocarla:
Las consecuencias en los ancianos son diversas, siendo la principal que el proceso de envejecimiento se acelera. Además, el riesgo de muerte también aumenta, pues se crea un gran estrés interpersonal, entre la víctima y el victimario. Por otro lado, en el plano emocional, se ve caracterizado por la aparición de depresión, sentimientos de culpa y/o vergüenza, ansiedad o estrés postraumático. Sin embargo, cabe destacar que hay situaciones en las que el anciano puede que no pida ayuda por diversas razones como, por ejemplo, no quiere reconocer que sufre malos tratos (por miedo o chantaje), no es consciente de su situación, cree que nadie les puede ayudar, está aislado socialmente e incluso se pueden dar casos donde los malos tratos se han normalizado.
Como conclusión, se ha podido ver que no sólo los menores forman parte de un colectivo especialmente vulnerable, sino que otras personas, como los ancianos, también forman parte de este colectivo.
Bibliografía.
Baca Baldomero, E., Echeburúa Odriozola, E., & Tamarit Sumilla, J. M. (2006), Manual de Victimología. Tirant lo Blanch: Valencia.
Morillas Fernández, D. L., Patró Hernández, R. M., & Aguilar Cárceles, M. M. (2011). Victimología: un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización. Victimología, 1-692.
Publicado el 29/04/2021 (actualizado el 18/08/2022) por Marta Lietos.
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